lunes, 30 de julio de 2012

¡TODOS QUEDARON CON LA CARA LARGA!

 
¡TODOS QUEDARON CON LA CARA LARGA!
Ricardo Araya Maldonado
Periodista y escritor

El empate 2-2 entre pumas y cruzados, dejó a ambos equipos disconformes.
Los pumas se retiraron tristes porque los dos goles católicos fueron producto de la fortuna. El primero una increíble falla del golero López, al escurrírsele grotescamente entre las piernas un balón fácil. Antiguamente se le llamaba “un gol zorreado”.Y el segundo, producto de un remate pifiado que se convirtió casualmente en un pase perfecto casi en la boca del arco.
Además, el Pato Rubina desperdició un lanzamiento penal, atajado impecablemente por el arquero Toselli, que se constituyó en el mejor valor del equipo visitante. Por allí dicen que este arquerito es “antofagastino”, pero jamás le vi la nariz, ni bajando ni subiendo por las empinadas calles nuestras.
Por otra parte, Antofagasta también tuvo suerte al conseguir el gol del empate, cuando restaban cuatro minutos para el término del partido y se propició las mejores oportunidades de gol, tuvo mayor dominio de las acciones y por largos pasajes exhibió un fútbol compacto, bien tildado, con buen  trato del balón y, lo mejor, que recuperó la senda del gol.
Entonces ¿Por qué no ganaron los pumas? Pues, en el fútbol, así como en la vida, se requiere una adecuada dosis de fortuna, muy esquiva en los dos goles que le encajaron.
En el plano netamente futbolístico, si bien es cierto que ha experimentado una mejoría, desterrando ese jueguito peligrosamente cortito y sin sentido en su propia área, este es un cuadro al que le falta “sangre”; traducido en mayor marca; más agresividad y guapeza para llevarse por delante a cualquier rival, aún con más pergaminos; falta una eficaz recuperación del balón con un hombre que por si mismo imponga respeto, labor en la cual ha fallado el uruguayo Rivero, en cortar el juego para que se ubique la defensa; en dejar pasar los segundos cuando se va ganando. En palabras simples, carece de un jugador “caliente”, que gritonee a los más “quedaos”.
Sin embargo, a mi parecer el equipo antofagastino también tuvo la suficiente fortuna de no terminar derrotado, ya que el entrenador  Gustavo Huerta se mandó sus clásicos numeritos. Esta vez, sustituyó a “Pablito” Ruiz, que estaba realizando un excelente partido, había anotado un gol, era peligro constante en el área católica y resultaba imprescindible para el juego por alto, por su exhuberante físico, conforme se acercaba el final del encuentro y en la desesperación por buscar el empate, los pumas enviarían centros a diestra y siniestra. Todos se sorprendieron con aquella chambonada, incluyendo al “mudo” Mario Vener, que no le “sopla” nada, teniéndolo a su lado.
Simultáneamente, llegó el golpe de suerte, porque hizo ingresar a Javier Elizondo, que debutaba con la camiseta albiceleste, después de siete meses sin  jugar producto de una rebelde lesión  y, obviamente, sin fútbol competitivo en el cuerpo. En esa incógnita y una bien urdida jugada, el delantero argentino anotó la paridad, desatando la euforia incontrolada, cuando la visita iba rumbo al camarín con sus tres puntos en el bolsillo. Afortunadamente, también posee buena envergadura física; ya está dicho que no me gustan los enanitos, ni jinetes jugando al fútbol.
En un mismo acto, el DT Huerta cambió al experimentado lateral Oyarzún por el joven jugador Sepúlveda, sin ton ni son, sin ninguna razón deportiva válida y ociosamente, ya que los universitarios estaban replegados defendiendo su ventaja postrera, olvidándose  de atacar. Y si el equipo va perdiendo, ¿en qué cabeza cabe hacer ingresar un lateral?
Estas son falencias que el estratega local no logra corregir. Y tampoco lo conseguirá, porque esto de “saber ver bien el fútbol”, no se vende en las farmacias; tampoco se aprende en ningún curso de entrenador, porque simplemente se nace con ese privilegio...y vaya que pocos entrenadores nacionales poseen esa cualidad innata.


domingo, 22 de julio de 2012

¡UN MILAGRO OCURRIÓ EN CONCEPCION!
Ricardo Araya Maldonado
Periodista y escritor

Triunfo claro, no exento de sorpresa, constituyó el primer triunfo, de visita y anotando más de un gol, después que el 15 de abril los antofagastinos saboreamos la última victoria jugando en el estadio del Parque Juan López. Largas fechas y meses sin ganar, situaron a los pumas en la zona peligrosa de descenso directo al término del campeonato de apertura.
Antes de conseguir este inusitado 2-0 frente al equipo de la Universidad de Concepción, allí estaba el técnico Gustavo Huerta, colgando en el fondo de la tabla y preocupado a más no poder por la paupérrima pasada campaña. 
Afortunadamente retornó el mediocampista Erick Pino, porque  desde que se fue a experimentar sin éxito al fútbol brasileño, comenzó la debacle para los pumas. En cualquier equipo es imprescindible un jugador talentoso y desequilibrante. Todos los equipos lo poseen.
Además llegó un jugador calado y vivo, como el venezolano Daniel Arizmendi para suplir la endémica falencia de gol, que acosó al ataque albiceleste. En dos partidos lleva tres goles.
También regresó a la banda derecha, en la defensa, Víctor Oyarzún, un titular inamovible después de superar una prolongada lesión. Y por la banda izquierda apareció un jugador santiaguino picado, porque no le dieron bola en el cuadro del cacique.
Y en esa orilla estaba “el queso” y los múltiples experimentos para suplir esas carencias, no dieron resultados, después que dejaron partir al uruguayo Rosa, que yo lo califiqué dentro de los ocho jugadores aptos para desempeñarse en el fútbol de primera división, entre todos los que consiguieron el ansiado ascenso al fútbol grande.
Con cuatro jugadores “nuevos” indudablemente que cambió el rostro futbolístico del equipo, sumados a otros avezados que volvieron a ponerse la camiseta desde el primer minuto de juego, como debió haber sucedido durante todo el torneo.

Lo cierto es que fue un triunfo sin objeciones, igualmente viéndolo en estado de nerviosismo extremo, debido a esta forma fanática y sufriente de ver a mi CDA amado. Por suerte, no hubo ningún cogoteo a mano armada de parte de los árbitros y los “alaracos del CDF” comentaron sin la camiseta puesta, ya que mi equipo no se enfrentaba a ningún cuadro santiaguino. Más preocupados estaban del frío, la lluvia y del vendedor de café que no vendía nada, ya en el estadio habían cuatro pelagatos, incluyendo al Loco Choche, al cual no le gusta el café...
En definitiva, un triunfo reconfortante y esperanzador en pos de alcanzar el único y exclusivo objetivo que es mantenerse en el fútbol grande. Y ojalá, si llega otro triunfo la próxima fecha frente a los “segundones” de la Universidad Católica, los tontitos de acá, que trabajan en los medios de comunicación, no comienzen nuevamente a hablar de “meterse en los play offs” y otras fantasías delirantes.
Como hay un objetivo mayor de por medio, les pido que sus arrebatos e ignoracias futbolísticas se las guarden en beneficio de nuestro amado equipo para no ilusionar con pirotecnia insulsa a la masa de hinchas crédulos.