lunes, 2 de mayo de 2011

CON EL “AGUA AL CUELLO”, CONSEGUIMOS UNA RECONFORTANTE VICTORIA DE LOCAL

CON EL “AGUA AL CUELLO”, CONSEGUIMOS UNA RECONFORTANTE VICTORIA DE LOCAL

Ricardo Araya Maldonado
Periodista



Hincha más Hincha del CDA

Si bien es cierto que fue una victoria estrecha, asfixiante e implorando la hora, ese 1-0 ante los huasitos de Concepción, la hinchada antofagastina se retiró feliz al completar ocho fechas sin conocer la derrota.
La jornada comenzó bien. De partida brillaron por su ausencia los tontitos de siempre; esos que prefirieron una pichanguita entre albos y azules, los dos “campeones de mentira”, más representativos del fútbol chileno y ni falta que hicieron para alentar a los pumas durante todo el partido, en el esquivo reencuentro con el triunfo jugando de local.
Todo siguió bien, debido a que el árbiro omitió esa latosa ceremonia de formación de los equipos y lo insípidos saludos entre los jugadores y jueces, ya que estaba muy apurado en mandarse varias chambonadas en perjuicio del club albiceleste, algo no es ninguna novedad como fue “comerse” un penal clarito y varios patadones sin mayor sanción de huasos brutos, provenientes de la oncena sureña.
Fue un partido muy diferente, a todos los anteriores jugados de local. Con una actitud más ofensiva, se prodigaron en el primer tiempo a lo menos cinco situaciones claras de gol, en que era más fácil convertir que tirarla afuera, debido a un asunto netamente de prolijidad técnica, difícilmente corregibles en jugadores que hace rato superaron los 20 años.
Y sin aquella repetida sensación de hastío de parte de la hinchada local, se fueron al descanso, pero preguntándose mil veces, por qué los punteros omiten el juego por las orillas, prefiriendo las acciones por el centro, encontrándose con un insalvable bosque de piernas.  ¿carencia de confianza? ¿falta de habilidad para encarar? ….creo que de todo eso un poco, ya que por las bandas se “abre la cancha” y se derrumba la estantería de las defensas cerradas.
Esos 15 minutos del entretiempo, me  sirvieron para leer una nueva revista –Pumas de Corazón- de bonito diseño y de inmejorable calidad gráfica, realizado con muchísimo entusiasmo y amor por la camiseta albiceleste, pero que le faltó más “sustancia”; es decir, contenido antofagastino más relevante. Ojala superen esta falencia en los sucesivos números.



Además, es preciso que esta nueva publicación puma –otra más- se mantenga en el tiempo y no prime el afán comercial de sus realizadores, como ha sucedido desgraciadamente a través del tiempo, especialmente de parte de un “medio pollo” radial, que se hace pasar por ex jugador del CDA, pero que nunca vistió la camiseta albiceleste, ni siquiera cuando faltaba algún jugador para completar el equipo de reserva, en la pichanga del día jueves.
Al reiniciarse las acciones, el CDA siguió en lo suyo, en el afán de abrir el marcador. Nuevas ocasiones de gol fueron desperdiciadas, cuando sólo bastaba “soplarla”, o pegarle con el Diario para pasar a celebrar.
Y entre tanto “perfume” de gol, el cuadro lila equiparó las acciones y el triunfo estaba para cualquiera, en un partido “largo” como dicen los argentinos, ya que de área en área, ambas escuadras se saltaban el mediocampo, dejando tremendos espacios en esa “tierra de nadie”.
Por fortuna, el gol llegó de una jugada confusa e inesperada, en que un jugador antofagastino desvió un centrito sin pena ni gloria, que iba a la entrada del área, dejando solo a Huerta para abrir el marcador, ante el júbilo de los incondicionales dos mil 500 espectadores de siempre.
Bien el cambio de González, y de Rubina que ya estaba agotado. Ingresaron Richard Olivares, que aportó oficio de sobra, en momentos difíciles. Y “pólvora mojada” Díaz, que acudía hasta atrás en defensa del área local, por su porte y cabezazo, cuando el empate rondaba el arco de López, incluyendo un error que casi origina el gol visitante.
Luego Huerta sustituyó a Pino e hizo ingresar al chiquilín Sepúlveda, jugador de refresco para los últimos minutos, porque el CDA estaba “con el agua al cuello” y rondaba el empate, cosa que a nadie hubiese sorprendido.
Pidiendo la hora a gritos, por fin llegó el desahogo para una victoria difícil, pero largamente anhelada por la sufrida hincha antofagastina.



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