martes, 17 de mayo de 2011

¡POR FAVOR, NO PRONUNCIEN LA PALABRA CAMPEONES!

¡POR FAVOR, NO PRONUNCIEN LA PALABRA CAMPEONES!

Ricardo Araya Maldonado
Periodista

Parecía un partido fácil, porque a diferencia de otros encuentros jugando de local, los antofagastinos entraron con todas las intenciones de abrir pronto el marcador, sumando más hombres en ofensiva que lo habitual, con la novedad –y qué cosa tan inesperada- Ronald González asumiendo un papel más protagónico, con desbordes incisivos por la banda izquierda, sin esa tendencia de irse hace el centro del área rival.
Y después que pasó el vendaval puma, con varias ocasiones claras de convertir, vino el típico apichangamiento de las acciones y una sumatoria de errores, propios de quienes se ponen los zapatos al revés, donde el balón pasaba más fuera que dentro de la cancha, porque los huasitos curicanos también se contagiaron con esas horrorosas falencias técnicas e impropias de futbolistas profesionales.
Igualmente, las acciones pertenecían a los locales, con espóradicas llegadas de la visita, pero no exentas de algún peligro. Sin embargo, a los 28 minutos, entre tantos troncos sureños una buena combinación dentro del área, permitió a González reencontrarse con las mallas después de una seguidilla de buenas actuaciones, que hicieron recordar a ese jugador que alguna vez fue llamado a la selección por Marcelo Bielsa.
En la segunda fracción, correspondió vivir a la hinchada un cuento tan viejo como repetido: los visitantes al ataque y los albicelestes sin poder liquidar el partido. Incluso a ratos haciendo agua en la defensa, al preferir replegarse en la última línea, dejando sin marca el mediocampo. El mismo error, del partido ante Concepción.
 Y como el empate se veía venir, llegó a los 25 minutos, producto de un centro abierto que cabeceó en solitario Gutiérrez decretando una paridad justa y que además presagiaba que “se vendría la noche”, ya que fue expulsado Ronald González, al propinarle un certero y violento golpe en el rostro a un  jugador afuerino, luego de una refriega sin balón, donde el novel antofagastino demostró su inexperiencia al ignorar cómo se manejan a favor situaciones confusas. Y nadie se sorprendería si el castigo viene fuerte.
Los “temporeros de la fruta”, no alcanzaron a ponerse desagradables, con el empate conquistado, porque tres minutos después vino un zapatazo de Erick Pino, con un formidable tiro libre, que se clavó en el ángulo superior, donde no llega ningún arquero desatando la algarabía de los verdaderos antofagastinos, ya que los otros –los tontitos- repitieron la gracia del domingo anterior y se quedaron viendo un clásico muy venido a menos, entre azules y cruzados.


El ingreso del cazurro Richard Olivares fue para mantener un resultado, nuevamente angustioso, reteniendo el balón, fabricándose saques laterales, lanzamientos de esquina e infracciones, en el afán que transcurrieran los segundos y desesperar al cuadro rival, cosa que se consiguió al salir expulsado un huasito bruto, debido al reiterado juego brusco y ofuscación, porque se irían con las manos vacías.
La yapa llegó con un gol conquistado en los segundos adicionales, cuando todo el estadio clamaba al árbitro por el término del sufrimiento. Fue un contragolpe con más hombres albicelestes que rojos en el área visitante; ese tiro de Rubina –en magistral jugada- desató la euforia y rubrica una campaña espectacular e insospechada que mantiene a los pumas en la cúspide de la tabla de posiciones de los potreros, después de un comienzo calamitoso.
Y, mientras salía del estadio, escuché  a muchos hablar del posible retorno al fútbol grande. Sinceramente, creo que esos “hinchas de día domingo”, están un poco apresurados.
No. No escucho a los “alaracos del micrófono”, pero estoy seguro que más de alguno estará pronunciando la palabra “campeones”, en el sempiterno desconocimiento de los ciclos por los cuales atraviesan los clubes y los futbolistas, en un torneo que finaliza en ¡diciembre!.
            Yo me conformo con disfrutar el presente, sin sacar cuentas alegres baratas y sin proyectarme dónde y cuando podríamos dar la vuelta olímpica. Sí con mucho optimismo, pero aterrizado. Han sido demasiadas las desilusiones, procedentes de tantos especímenes que rodean el ambiente del fútbol, que prefiero seguir gozando este nuevo e importante triunfo, en tiempo presente.



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