domingo, 7 de agosto de 2011

"ES LO QUE HAY" (EN CUANTO A CANCHAS Y DIRIGENTES)

"ES LO QUE HAY" (EN CUANTO A CANCHAS Y DIRIGENTES)
Ricardo Araya Maldonado
Periodista


Una cancha pequeña, muy pequeña -quizás con las dimensiones mínimas reglamentarias-, graderías incómodas  y situada "donde el diablo perdió el poncho", fue el escenario -el Parque Juan López"- de la primera derrota 1-2 de los pumas ante Everton, jugando de local.
Allí, nadie se sintió a gusto. Ni el público -poco más de dos mil personas-; ni los "alaracos del micrófono", que relataron a la intemperie y, mucho menos, los jugadores locales, que siguen de vacaciones pese a que hace 45 días terminó el campeonato de apertura.
Fue una de esas derrotas que no dejan huellas, ni quedan en algún registro de la historia -a despecho que el cuadro puma quedó como un equipo comparsa en la tabla de posiciones-, pero que pone una luz de alerta  e incertidumbre, respecto de la campaña que cumplirán durante el resto de la temporada.
Triunfo visitante muy justo, merecido y predecible desde el inicio de las acciones. Con mejores llegadas de gol  y dominio territorial, ante un cuadro albiceleste errático, displicente, abúlico, de esfuerzo medido, sin chispa y con las mismas carencias de siempre, que resulta ocioso repetir porque "nada nuevo bajo el sol" y de importancia, ocurrió con las contrataciones en el tiempo del receso futbolístico. Más si faltó Escudero, que fue el jugador que llevó el peso de la campaña anterior y Richard Olivares, que pone fútbol y agresividad, en los momentos claves del partido.
Desgraciadamente este tipo de cancha favorece aún más al rival que viene a agruparse en la defensa, reduciendo los espacios y jugando con las archiconocidas artimañas de los equipos "ratones". Por eso, los jugadores pumas nunca le encontraron "la vuelta al partido", estuvieron completamente obnubilados en ideas generadoras de buen fútbol y muy perdidos en tiempo y distancia, en un campo de juego totalmente extraño, de pasto sintético, que incluso lucía descolorido.
Creo que faltó manejo dirigencial para estirar los plazos de inicio de las obras  para entregar el Estadio Regional a fines de temporada, pero difícilmente puede pedirse una buena gestión a ilustres desconocidos que pasan encerrados en una oficina, o en turnos de 4x4, "lejos del mundanal ruido", con un jefe por delante y que, por lo mismo, carecen de los contactos gubernamentales y políticos para  haber dilatado el proceso de remodelación y haberse “adueñado” del Estadio Regional, hasta haber conseguido el retorno al fútbol grande, con la vuelta olímpica incluida.
"Es lo que hay" (y bien poco), dirá resignadamente más de algún fanático de mi CDA amado.

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