jueves, 9 de febrero de 2012

CDA-IQUIQUE A FALTA DE CALIDAD, APARECIÓ LA BUENA SUERTE

Ricardo Araya Maldonado
Periodista


Quienes no asistieron al Estadio Juan López, porque prefirieron disfrutar de un día de playa, o porque encontraron muy elevado el precio de las entradas -la más barata costaba seis mil pesos- no se perdieron nada extraordinario, porque este desabrido e inmerecido premio 1-1 ante los iquiqueños, fue de acciones similares al debut frente a O`Higgins, en el primer partido del torneo, que fue transmitido por televisión.
Por lo mismo, voy a reiterar mis conceptos iniciales, en cuanto a que a este CDA, en primera división le falta peso futbolístico. En cuanto a nombres, el plantel es de precaria alcurnia y los que llegaron, incluyendo a los extranjeros, ninguno ha deslumbrado y, peor aún, ni siquiera  han jugado bien.
Un cuadro abúlico, sin chispa, sin jugadores vivos, sin goleadores innatos, obviamente que queda a merced del rival. E igual que el partido anterior, un juego livianito, sin profundidad, demasiados toquecitos lentos, que se diluyeron en el borde del área…y por favor,  no le pidan que corra al “zorrito” Martell, ya no es un “chiquilín”.
Partido casi calcado al anterior, algunas oportunidades en el primer tiempo que se perdieron por la carencia alarmante de un goleador de estirpe y luego ninguna oportunidad de gol en la segunda fracción, excepto el penal a “Pablito” Ruiz, producto de un pase al vacío y cuando iba a disparar fue derribado muy cerca del arco.
Este larguilucho jugador -mejor dicho un gigante- me hizo recordar a otro “Pablito” -paraguayo-, que llegó en la temporada de 1989; también medía sobre los dos metros y dio la hora a toda orquesta. Jugó uno que otro partido, en esa chacota de la Copa  Chile y después se reintegró a su equipo de básquetbol en gira y del cual se separó, cuando alguien le dijo que en Antofagasta necesitaban un delantero goleador. Era una época en que llegaban al club cualquier charlatán de feria, enanitos de circo; mochileros de verano y turistas pintosos que se llevaban a las bellas mujeres antofagastinas, etc.
Lo cierto es que Ruiz, en su debut, no convenció a nadie; salvo el gol -con una fortuna increíble- porque después que ejecutó el lanzamiento penal, pegándole horrible,  el arquero visitante manoteó el balón hacia él y ante tan primoroso regalo la mandó adentro con el arco a su merced. Y como dijo eufórico un hincha desbocado: “con una ´cuea`, más grande que un buque”…pero justificando de paso su contratación, porque yo siempre he dicho “goles son amores” y, además,  los goles constituyen el producto más escaso y apetecido en la faz de la tierra.
Aparte que “Pablito” tampoco tuvo oportunidad de mostrar nada, ya que tanto el entrenador como sus compañeros, completamente ignorantes del ABC del fútbol, no le dieron bola, como se dice vulgarmente. No le enviaron centros para que se hiciera millonario en el área chica y segundo, en la categoría de errores grotescos, en cada lanzamiento de esquina, en vez de buscar su cabezazo, lanzaban el balón al primer palo. Simplemente, algo increíble en jugadores y entrenador  profesionales.
Es más, ante el rechazo desesperado de la defensa visitante, el balón llegaba a un jugador local y en vez de lanzarlo “a la olla”,  -porque allí estaban Ruiz y el resto de los jugadores locales-, preferían jugarla cortita hacia al lado y en ese juego anodino, en varias ocasiones perdieron el balón, generando peligrosos contragolpes con una defensa desguarnecida, porque todos estaban en el área rival. Conceptos fundamentales, que no se aprenden jugando pichangas sin sentido durante la semana.
Lo cierto es que este pobre 1-1 fue demasiado premio y en vez de retirarse contenta la hinchada, todos salieron con la cara larga, porque aún los más optimistas ya visualizaron también que con este plantel no pasará absolutamente nada. Es la opinión unánime, en cada lugar donde se reúnen a charlar los fanáticos del cuadro puma.
Al finalizar el torneo del ascenso, yo dejé una nómina con los jugadores aptos para desempeñarse correctamente en primera división; pero pudo más la terquedad e ignorancia de algunos. No sé que hacen de titulares, varios jugadores. Y no entiendo como dejan a Escudero en la banca, cuando es más jugador que todos los extranjeros juntos. Tampoco comprendo por qué Huerta no hace los cambios al comenzar el segundo tiempo -con el marcador en desventaja- perdiendo largos minutos en reemplazar a jugadores que no han demostrado nada.
Los temores de regresar a los potreros al final de la temporada, ya superaron mis advertencias y están plenamente instalados entre la afición local, que observa con impotencia y también con desesperación como se diluye tanto esfuerzo y tantos años de lucha por salir de la canchas inhóspitas del ascenso, para caer lastimosamente en lo mismo, al cabo de un año.
Tan sólo la llegada del esperado mecenas –vendiendo el club- nos salvará de la debacle que se avecina, si es que no aparecen los verdaderos refuerzos. Esos que tienen un nombre en el fútbol y, fundamentalmente, experiencia.

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